San José, patrono de los Seminarios

Esta semana Antonio Gil en Al Trasluz se centra en la figura de San José, patrono de la Iglesia

El 19 de marzo celebramos la solemnidad de san José, esposo de Santa María, custodio de nuestro Señor, patrono de la Iglesia, patrono también de los Seminarios y modelo para los sacerdotes. En esta fecha, la Iglesia quiere que hagamos memoria del valor que tiene para cualquier comunidad cristiana la misión del pastor, la tarea del presbítero, la presencia y el servicio del sacerdote y su adecuada preparación para el sagrado ministerio. Y las diócesis celebran también el Día del Seminario, este año bajo el lema “Padre y hermano como san José”, promoviendo una campaña centrada en las vocaciones, en la figura del sacerdote, en la formación y en las necesidades de los seminaristas. Tengamos la convicción de que Dios sigue llamando y que Cristo es el principal promotor vocacional. Dirijamos a Él nuestra plegaria encendida:

“Danos, Señor, sacerdotes santos, conforme a las exigencias de tu Evangelio y a la medida de tu Corazón. Sacerdotes que se entreguen generosamente a celebrar, vivir y realizar esas tres hermosas tareas que le encomienda la Iglesia el día de su ordenación: Maestros de la Palabra, ministros de los sacramentos, guías de la comunidad, sin más horario que la disponibilidad total a la voluntad de Dios y la fidelidad generosa a la misión encomendada por la Iglesia, a través del pastor diocesano. Danos, Señor, sacerdotes que, en bellísima expresión del papa Francisco, sean “apóstoles con Cristo y como Cristo, compañeros de viaje y servidores de los hombres, conscientes de nuestra llamada a la santidad para no crear una contradicción entre el signo que somos y la realidad que queremos significar”. Danos, Señor, sacerdotes alegres, con la sonrisa de Dios a flor de alma. Por Ti sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, hacia el silencio de la nada o de la muerte, sino viajeros hacia una tierra de promisión, como también subraya con fuerza el Pontífice. Danos sacerdotes para esta hora, para esta humanidad que tanto necesita de la curación de sus heridas y de horizontes de luz y de esperanza. Sacerdotes auténticos y audaces, sencillos y cercanos, comprensivos y compasivos, que con nuestro comportamiento edifiquemos a nuestros hermanos, como nos pedía nuestro santo patrono, san Juan de Ávila”.

 

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