“Pasión de la Merced”, el Vía Crucis de un interno del centro penitenciario

La representación tendrá lugar el día 1 de abril, en la parroquia de san Antonio de Padua, a las 21:00 horas

La Hermandad de la Merced de Córdoba y Pastoral Penitenciaria han presentado en el Palacio Episcopal “Pasión de la Merced”, un Vía Crucis dramatizado sobre el texto de un interno del centro penitenciario de Córdoba. “Son las catorce estaciones de mis pecados y las catorce de mi salvación”, ha explicado el interno a través de una carta.

El obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, ha acudido a la presentación de esta iniciativa que “brota desde la experiencia honda de quien sufre” y que ha sido puesta en marcha por la Pastoral Penitenciaria, a quien el pastor de la Diócesis ha alabado su tarea y el servicio que realizan de llevar a Jesucristo a la cárcel, y por la Hermandad de la Merced.

Según el director del Secretariado Diocesano de Pastoral Penitenciaria, José Antonio Rojas, este Vía Crucis se creó hace cuatro años, pero debido a la pandemia no pudo darse a conocer y es ahora, en este tiempo de Cuaresma, cuando se va a poder realizar. “La Cuaresma es un tiempo muy profundo entre los internos y junto a la Semana Santa, son días muy especiales en los que se toca el interior de muchos internos”, ha asegurado.

Por su parte, la Hermandad de la Merced ha querido poner de manifiesto el gozo que supone seguir en colaboración con la Pastoral Penitenciaria y poner en marcha esta iniciativa de la mano de Miguel Ángel De Abajo, como director de la puesta en escena. Éste ha explicado cómo se desarrollará “Pasión de la Merced”, el 1 de abril, en la parroquia de San Antonio de Padua. “No es una obra de teatro, sino un drama litúrgico en el que se invita al público a que rece; un acto de gran sobriedad y dramatismo como ha querido su autor”, ha indicado.

Este Vía Crucis estará abierto a todos los fieles, de manera gratuita, hasta completar aforo.

 

Adjuntamos la carta íntegra del interno y autor del Vía Crucis.

Cuando toda  mi vida se había venido abajo, porque había visitado mi infierno interior y me había instalado en él, el Señor me volvió a salir al encuentro, como siempre hace con sus hijos cuando éstos están perdidos.

Yo rezaba el Viacrucis todos los viernes, pero me quedaba como espectador, uno de tantos de la muchedumbre que le acompañó, con insultos y salivazos por la calles de Jerusalén, hasta que un día de dolor, llanto y sangre, me di cuenta de que era yo la causa de todo ese sufrimiento. Fruto de esa verdad y de pensar cómo yo, que había sido su amigo, fui capaz de desoír su mensaje y convertirme en lobo para los que me rodeaban, surgió el Viacrucis en poesía.

Este Viacrucis son las catorce estaciones de mis pecados y también las catorce estaciones de mi salvación. Me gustaría pensar que quien lo lea o escuche se va a poner a pensar sobre lo que está haciendo con su vida y querrá recuperar la luz de Jesús para hacerlo vida en su vida, porque no podemos olvidar que, tras las estaciones del Viacrucis, comienza el camino de la Resurrección.

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