La solidez de un pastor alegre

Las campanas de la Catedral de Córdoba lo han anunciado a las doce de la mañana del día 1 de abril. Es la gran noticia eclesial: don Antonio Prieto ha sido elegido por el Papa Francisco Obispo de la Diócesis de Alcalá de Henares. Se convierte así en el cuarto Obispo de la sede Complutense tras su restauración y también el cuarto de los Obispos españoles procedente de Córdoba en quince años. La Diócesis madrileña recibe a un obispo joven, experto en moral, hasta ahora Vicario General de la Diócesis; párroco in solidum de la Parroquia de San Miguel Arcángel de Córdoba, antiguo rector del Seminario, profesor y autor de numerosas publicaciones en revistas, congresos y simposio. Un nombramiento con el que gana toda Iglesia de hoy. “El Papa se ha fijado en él y eso nos alegra enormemente”, ha escrito con motivo de este nombramiento el Obispo de Córdoba en su carta pastoral como síntesis del sentir de toda la Diócesis, que ha recibido la noticia con alegría, en medio del  clima festivo que siempre depara el inicio de la Semana Santa.

El Obispo electo de Alcalá de Henares es hombre de grandes virtudes equilibradas. Todas se concretan en una personalidad intelectual destacada y cada una se eleva en tal grado, que tiempo atrás permitió al que ha sido su director espiritual en el seminario, Don Gaspar Bustos, decir que se trataba de un joven “de altas virtudes compensadas”. Entonces era vicerrector del Seminario y su celo por la oración, su dedicación al trabajo y una impronta personal llena de vida, cordialidad y empatía, lo han ido configurado como el sacerdote cercano, el canónigo magistral reflexivo, el vicario general eficaz y disponible, el rector del Seminario entregado a la guía de vocaciones; el conferenciante erudito y amable y el incansable estudioso de la Moral a la luz del Evangelio.

Su sólida formación intelectual se inicia en un entorno científico al comenzar estudios de medicina en la Universidad de Córdoba, vocación que ya anunciaba su temprana inquietud por la dignidad del ser humano y su cuidado. Su respuesta a la vocación sacerdotal surge en los dos primeros cursos de Medicina y Cirugía y fue guiada por el párroco de su pueblo, don Juan Correa, al que agradeció en el día de su anuncio episcopal con un recuerdo agradecido “que me ayudó a descubrir el regalo de la vocación sacerdotal”. Un agradecimiento que se extiende a sus formadores en el Seminario, D. Manuel Pérez y D. Gaspar Bustos, “que me enseñaron a ser sacerdote, más con su testimonio de vida que con su palabra”.

A lo largo de 22 años de servicio a la Diócesis de Córdoba, D. Antonio Prieto ha desarrollado un intensa labor formativa en la Pastoral de Familia y Vida, ha tenido un enorme compromiso con la vocación sacerdotal y ha acompañado a muchas personas en dificultad, asistido por una entrega pastoral que en los últimos años ha cristalizado también en su función como sacerdote in solidum  de la Parroquia de San Miguel Arcángel de Córdoba, donde su feligresía ha recibido con emoción el anuncio de su cercana ordenación episcopal, aunque su marcha representa para muchos una separación inesperada.

A las doce en punto del día 1 de abril, en el salón del Trono del Palacio Episcopal de Córdoba, el Obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández, tomaba la palabra para anunciar el nombramiento del Papa Francisco. Tras rezar el Ángelus, el obispo de Córdoba ha dado lectura al comunicado de la Santa Sede en la que la Nunciatura Apostólica informaba al Obispo de Córdoba del nombramiento del nuevo obispo. Después, ha desgranado parte de su extenso currículum. Una vez hecha la entrega de la Cruz Pectoral con la reliquia de San Juan de Ávila, momento en que los asistentes han aplaudido con emoción. Don Demetrio ha destacado esta emoción por el anuncio, un motivo de “gozo grande y un poco de dolor “ que “ha servido a la Diócesis de Córdoba durante 23 años y toda la diócesis de Córdoba valora sus muchas cualidades con las que seguirá sirviendo a la Iglesia en otro lugar, estos dones son desproporcionados a la capacidad que uno tiempo, es gracia de Dios”

En este lugar, el Consejo Episcopal, Canónigos de la Catedral, sacerdotes, seminaristas, feligreses y vecinos de La Rambla, localidad natal del nuevo Obispo, se disponían a escuchar al nuevo Obispo que ha pedido a todos oraciones hasta su consagración episcopal, el próximo 10 de junio.

Comunicado 1 de abril 2023

En el día en que se hace público mi nombramiento como Obispo de Alcalá de Henares, quiero agradecer al Papa Francisco la confianza que deposita en mi pobre persona, y manifestarle mi total adhesión y afecto. Os confieso que estoy viviendo este nombramiento con verdadero temor y temblor. Me siento muy pobre e inexperto para asumir una enorme responsabilidad, que me sobrepasa. Sin embargo, tengo toda la confianza puesta en el Señor, que se sirve de “lo débil del mundo” (1Co 1,27) para realizar sus obras.

Desde que recibí la noticia de mi nombramiento, el pasado 12 de marzo, siento como algo propio a todos y cada uno de los fieles de Alcalá de Henares: sacerdotes, diáconos, seminaristas, consagrados y laicos. Tengo un gran deseo de poner toda mi persona a su servicio, para compartir con ellos el don precioso de la vocación cristiana y la llamada a la santidad. Mis diocesanos de Alcalá tendrán que enseñarme a ser Obispo y espero que tengan mucha paciencia conmigo.

En estos días, me estoy encomendando especialmente a los Santos Niños mártires Justo y Pastor, patronos de Alcalá de Henares. Tengo la certeza de que ellos me cuidarán y me acompañarán en todo momento. También siento muy cercano a San Juan de Ávila, que estudió en la Universidad de Alcalá y ejerció su ministerio sacerdotal como clérigo cordobés. En este gran Doctor de la Iglesia veo un vínculo entre la diócesis en la que he nacido y la diócesis complutense, que es ya mi esposa amada, a la que quiero servir con todo mi corazón.

Me siento muy feliz de ser enviado a Alcalá de Henares, una diócesis rica en historia y, al mismo tiempo, joven y viva. Recibo el testigo de D. Juan Antonio Reig Pla, al que quiero agradecer su entrega y servicio durante trece años. También quiero agradecer la solicitud pastoral de D. Jesús Vidal Chamorro, Administrador Apostólico durante el periodo de sede vacante. Dios les pague a los dos su dedicación y generosidad.

Doy gracias a Dios por todo lo que he recibido de la Diócesis de Córdoba. En esta Diócesis nací a la fe, que me transmitieron mis padres y mi familia. Quiero expresar mi recuerdo agradecido al párroco de mi pueblo, D. Juan Correa, que en paz descanse, que me ayudó a descubrir el regalo de la vocación sacerdotal. Gracias a mis formadores en el Seminario “San Pelagio”, D. Manuel Pérez y D. Gaspar Bustos, que me enseñaron a ser sacerdote, más con su testimonio de vida que con su palabra. Dios ha tenido la bondad de poner en mi vida muchas personas que me han ayudado, pero creo nadie lo ha hecho tanto como nuestro querido D. Gaspar. Dios se lo pague.

Quiero dar las gracias encarecidamente a los Obispos que el Señor me ha regalado en mi vida sacerdotal. A D. Javier Martínez, que me ordenó sacerdote y me abrió el horizonte de los estudios en Roma. A D. Juan José Asenjo, que me nombró rector del Seminario y depositó en mí tanta confianza; y sobre todo a D. Demetrio Fernández, con el que he podido colaborar estrechamente en los últimos trece años, cinco de ellos como su Vicario General. Muchas gracias D. Demetrio, por ser para mí un padre y un amigo. Muchas gracias por su testimonio de vida interior, de trabajo incansable, de celo por las almas. Gracias por su amor y fidelidad a Jesucristo y a la Iglesia, por su audacia y fortaleza en las dificultades, por su consejo siempre certero y por su confianza amable. Querido D. Demetrio, nunca olvidaré lo que he aprendido de usted, y espero seguir contando con su ayuda y su amistad.

Quiero dar las gracias a mis hermanos sacerdotes y seminaristas de Córdoba, a los que quiero con todo mi corazón. Especialmente, quiero dar las gracias a aquellos sacerdotes con los que he colaborado en el Seminario, en las Parroquias a las que he servido, en el Cabildo Catedral y en la Curia diocesana. Gracias por ser para mí una familia entrañable, con la que compartir la vocación y la misión, penas y alegrías, ilusiones y proyectos.

Doy muchas gracias al Señor por tantos y tan buenos laicos como Dios ha puesto en mi camino durante mi vida sacerdotal, especialmente por los matrimonios de la Delegación de Familia, los trabajadores del Seminario y de la Curia diocesana, y, en los últimos años, por los feligreses de la Parroquia de San Miguel, que me han acogido con tanto cariño.

Quiero dar las gracias a los religiosos contemplativos y a todos los miembros de la vida consagrada, en sus diferentes formas y carismas, que tanto me han sostenido con su oración y amistad. Finalmente, quisiera expresar mi acción de gracias a los enfermos y personas sufrientes, que, con su fe, su oración y su ejemplo, me han enseñado que la fuerza se realiza en la debilidad.

He escogido como lema episcopal: “Para que tengan vida” (Jn 10,10), unas palabras del Evangelio de San Juan, en las que Jesucristo, Buen Pastor, explica el sentido de su misión redentora. Con estas palabras, quiero poner a Jesucristo en el centro de mi vida y de todas mis tareas. Más que una ideología o un sistema ético, el Cristianismo es una plenitud de vida recibida en la amistad con Cristo. Una vida que se comparte en la comunión de la Iglesia y que se convierte en testimonio para el mundo, para que todos tengan vida y la tengan en abundancia.

A todos os ruego que recéis por mí, en este tiempo de preparación hasta mi ordenación episcopal, que tendrá lugar, D. m., el próximo día 10 de junio, en la Catedral Magistral de Alcalá de Henares. Os espero a todos en esta celebración. Me encomiendo a la protección de la Virgen de la Fuensanta y a la custodia de San Rafael, y pido a Dios que siempre tenga misericordia de mí. Muchas gracias de corazón.

Córdoba, 1 de abril de 2023.

+ Antonio Prieto Lucena, Obispo electo de Alcalá de Henares

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