“Hogar Nazaret intenta devolver a los niños la infancia robada”

El Padre Ignacio María Doñoro es el fundador de Hogar Nazaret y acaba de presentar en Córdoba el libro El secreto es Jesús

Es usted fundador de Hogar Nazaret. Tomó esta decisión al cruzarse en su vida la de un niño que iba a ser vendido para tráfico de órganos. Entonces era usted comisionado para un proyecto de ayuda humanitaria. ¿Cómo ha determinado esta experiencia su vida?

En el primer libro, El fuego de María, explico cómo Dios va preparando poco a poco el corazón y te va llevando adonde Él quiere. Y eso es lo que ocurrió con el Hogar Nazaret. Yo compaginaba mi trabajo como capellán militar con las labores que hacía en vacaciones para ayudar a los niños en situación de riesgo. A través de la experiencia de rescatar a Manuel de las garras de los traficantes de órganos en El Salvador; a través de la experiencia de los niños-jaula con los que traficaban en Colombia; a través de los niños que intentaban cruzar el Estrecho de Gibraltar y se ahogaban; a través de los niños seropositivos en Mozambique…, llegó un momento en que mi corazón estaba cada vez más cerca de los más pobres y un día tomé la decisión de dejarlo todo para irme con ellos. Fue el día en que me di cuenta de que en la mirada de aquellos niños estaba la mirada de Jesús. Era Jesús el que se había resignado a que le mataran, a que le violaran, a que traficaran con sus órganos… Es el mismo Jesús que dice: «Lo que hicisteis con uno de estos, mis pequeños hermanos, conmigo lo hicisteis».

¿A cuántos niños ha atendido el Hogar Nazaret desde su fundación?

Hogar Nazaret pasó por muchas etapas hasta que se afincó en Perú, al principio en Puerto Maldonado, por donde pasaron cientos de niños, y ahora en la región de San Martín. La mayoría de los niños proceden de Picota, donde están los misioneros cordobeses, con los que tenemos no solamente una buena relación, sino que son ellos, junto a los catequistas y las religiosas, los que al atender a más de cien comunidades, detectan los casos de los niños y niñas en situación de mayor vulnerabilidad. Esos son los que vienen al Hogar Nazaret. Ahora mismo hay un total de 132 niños y niñas, pero esa cifra va cambiando cada año.

Muchos de los niños no tienen documento de identidad ni ningún tipo de registro para identificarlos. Son seres humanos que «no existen», por lo que se convierten en presa fácil para todo tipo de abusos. ¿Cuál es el camino para dignificar sus vidas que les ofrece el Hogar Nazaret?

La principal razón por la que muchos de los niños no tienen documento de identidad es porque sus padres tampoco lo tienen. El Hogar Nazaret no solo intenta salvar al niño, sino a toda la familia. Muchas veces tenemos que empezar por arreglar la documentación del padre y de la madre antes que la del hijo. Y ahí también vemos cuántos hijos tienen, porque normalmente es raro encontrar a un niño solo. Suelen tener varios hermanos y en el Hogar Nazaret los acogemos a todos. El niño que está en mayor situación de riesgo es el niño no nacido. Por eso, siempre que nos encontramos con una madre que está embarazada y tiene ya cinco o seis hijos, al primero que tenemos que proteger es al que lleva en su vientre. En ese sentido, ahora vamos a dar un nuevo impulso al Hogar de Niños por Nacer, pensado para ayudar específicamente a chicas embarazadas sin recursos. Afortunadamente, son muchos los niños no nacidos que hemos podido rescatar, y jamás una madre nos ha recriminado nada. Todo lo contrario, muchas han venido a dar las gracias.

Hogar Nazaret intenta devolver a los niños la infancia robada. Una de las cosas más bonitas que me pueden decir es que son niños «normales». ¿En qué sentido? En que a pesar de todo lo que han sufrido y han tenido que superar, no llaman la atención. Son como todos los niños. Hace unos días estuvo aquí un grupo de voluntarios de la Orden de Malta que hicieron un trabajo magnífico. Les fui preguntando uno a uno qué era lo que más les había llamado la atención del Hogar Nazaret, y me dijeron dos cosas: el amor a la Eucaristía y que, aunque fuéramos muchos, éramos una familia donde todos los niños se trataban como hermanos. ¿Pero cómo una familia podía ser tan grande? La respuesta es sencilla: porque es una familia que está conformada por una misma sangre, la sangre de Jesús. Ese es el secreto del Hogar Nazaret.

Tiene varios centros de Hogar Nazaret en la prelatura de Moyobamba, en plena selva amazónica. ¿Cuál es la realidad a la que cada día se enfrentan los niños vulnerables?

La casa de los niños y la de los chicos adolescentes está en un pueblecito llamado Carhuapoma. Unida a esas dos casas está la escuela de fútbol, que atrae a muchos niños del pueblo de Carhuapoma. Y en Bellavista tenemos la casa de las niñas, la casa de las chicas adolescentes y el Hogar de Niños por Nacer.

La realidad de estos niños y niñas es terrible. Puede parecer una exageración, pero yo los llamo los niños crucificados. Normalmente, cuando llegan a la casa con algún familiar, te cuentan una historia que tienes que hacer un esfuerzo muy grande por no escuchar, porque les da tanta vergüenza lo que han tenido que vivir que lo que te explican en esa primera visita es mentira. Luego poco a poco vas descubriendo la realidad, que es muchísimo más dura de lo que te han contado. Yo suelo decir que cualquier niño o niña del Hogar Nazaret podría salir en un telediario, y es que verdaderamente son los últimos de la tierra, los más desprotegidos, los más pobres.

En el Hogar Nazaret nos hacemos muchas veces esta pregunta: «¿Cuál es el más pobre?», y la conclusión es que el más pobre es el que más da y menos recibe, el que más ama y menos recibe a cambio. Y ese es Jesús en la Eucaristía. Llama mucho la atención el hecho de que en el centro de las casas del Hogar Nazaret esté la capilla del Santísimo, constantemente acompañado por los niños.

Una máxima que orienta al Hogar Nazaret es que «el perdón nos reconcilia con nosotros mismos y nos libera», y otra, que «a amar se aprende amando». ¿Cuántas veces ha visto la transformación de niños que han salido del horror gracias al amor y al perdón?

Cuando estos niños salen de la antesala del infierno, porque verdaderamente es de ahí de donde salen, y se sienten amados, felices y tranquilos, no solamente curan sus heridas físicas, sino que sanan también el alma. Y aunque es verdad que el perdón nos reconcilia con nosotros mismos y nos libera, perdonar es muy difícil cuando has tenido que vivir situaciones tan espantosas. Por eso les digo: «Pedídselo a Jesús. Pedidle a Jesús que os dé el don de perdonar». El perdón es un don divino; lo humano, lo natural, es sentir rabia e incluso odio por lo que te ha pasado.

Pero por mucho que nos esforcemos en el Hogar Nazaret por ayudar a estos niños, es Jesús quien los cura. Hay niños que vienen muy rotos, con una gran tristeza en el alma, con la mirada perdida, y en el momento del bautismo cambian de expresión y recuperan la sonrisa. ¡Y desde entonces no dejan de sonreír! Es la gracia de Dios, que actúa. Por eso, administrarles el bautismo, la comunión y la confirmación es lo más grande que se puede hacer por estos niños. Que sean hijos de Dios y que puedan comer a Dios... ¡Eso sí que es recuperar la dignidad!

A veces es duro enfrentar una realidad tan dolorosa. En 2015 sufrió usted un ataque por parte de los traficantes y logró sobrevivir porque le dieron por muerto. ¿Cómo se puede sobrevivir a tanto dolor y amenazas?

Sí, salvé la vida porque pensaron que estaba muerto y no me remataron. Fue un momento muy duro. Después tenía dos opciones: volver a España y reincorporarme como capellán militar de la Guardia Civil, o seguir adelante, a pesar de los riesgos. Y decidí continuar en Perú.

Yo mi vida se la he entregado al Señor. Y no es que yo haga nada especialmente raro o distinto, porque todo sacerdote ha entregado su vida a Cristo. ¡Cuántos sacerdotes, con la pandemia de coronavirus, han arriesgado su vida e incluso han muerto! ¡Cuántos sacerdotes, cuántos misioneros, arriesgan su vida en países donde se persigue a los cristianos, y son mártires! Ser sacerdote y ser misionero conlleva una oblación. Tienes que estar dispuesto en cualquier momento a dar tu vida. Por eso, aunque los demás salgan corriendo, tú te quedas porque has hecho ese compromiso con la Iglesia, con tus hermanos y con el Señor.

El 23 de septiembre se presentará el libro El secreto es Jesús en Córdoba. Es un libro donde habla de qué es el Hogar Nazaret y por qué existe. La obra está haciendo muchísimo bien y todos los beneficios de autor son para el Hogar Nazaret, por lo que está ayudando a que esta familia crezca y a darle visibilidad. Hay una página web, www.hogarnazaret.es, donde se puede recibir más información del Hogar Nazaret, hacerse colaborador y estar al tanto de todos nuestros proyectos.

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