“Gaudí aumenta con su obra el amor al Sagrado Corazón de Jesús”

José Manuel Almuzara trata de difundir la personalidad y la obra de Gaudí para vincularlas a los signos de santidad de su vida. Estuvo el 7 de junio en la Mezquita-Catedral de Córdoba presentando una conferencia-concierto con el nombre “Amar al corazón de Jesús como Gaudí”

 

Entrevista a José Manuel Almuzara. Arquitecto y presidente de la Asociación Pro Beatificación de Antonio Gaudí

-Usted sigue el rastro de la vida y obra Antonio Gaudí desde hace años, ¿qué aspectos de su creación le sorprende cada vez más?

A finales de los años 70 conocí a dos arquitectos, discípulos de Gaudí, directores de las obras del Templo expiatorio de la Sagrada Familia, que me iniciaron en el conocimiento del arquitecto, hombre y cristiano, Antonio Gaudí.

Fui descubriendo aspectos de su vida personal, profesional, social, que indicaban una vida de servicio, de correspondencia a la Providencia: “todo lo que he hecho depende de las circunstancias; si vienen bien, para acomodarme, y, si mal, para luchar; siempre sirven, son las manifestaciones de la Providencia” decía Gaudí.

Desde el año 2016, recogiendo una definición del Papa Francisco, suelo resumir  que Gaudí fue un hombre con espíritu de observación y misericordioso, que tuvo “un rostro para reconocer, contemplar y servir”.

 -¿Qué vínculos ha encontrado usted entre la obra de Gaudí y la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús?

En la presentación del Año Jubilar del Sagrado Corazón de Jesús, Don Demetrio Fernandez animó a “amar al estilo del Corazón de Jesús” y subrayó que “vivir del amor de Cristo nos hace libres y nos enseña a ser solidarios”. Al leer estas afirmaciones pensé en Gaudí, como instrumento por el cual y a través de su obra despertar, resaltar, aumentar  la devoción  al Sagrado Corazón, “no con palabras sino con piedras, trazos, planos y cumbres”, como lo hizo Gaudí y así lo manifestó el Papa Benedicto XVI en la homilía de la Consagración del Templo expiatorio de la Sagrada Familia, el 7 de noviembre de 2010.

Y en la conferencia comentaré y proyectaré imágenes de estas manifestaciones del amor de Gaudí al Sagrado Corazón y de su vida solidaria con dos ejemplos: las Escuelas provisionales de la Sagrada Familia y el Parque-Jardín realizado por enfermos mentales del psiquiátrico de Sant Boi de Llobregat, cerca de la Colonia Güell.

- ¿Coinciden sus emociones al entrar en Sagrada Familia y en la Mezquita Catedral de Córdoba?

Son distintas las emociones, en la Sagrada Familia es vivida y compartida, en la Catedral-Mezquita es personal. En ambas descubro la belleza y la Belleza. Recuerdo las palabras de Benedicto XVI: “La belleza reveladora de Dios porque, como Él, la obra bella es pura gratuidad, invita a la libertad y arranca del egoísmo” (*). Mis emociones al entrar en la Sagrada Familia se centran, mayormente, en las que producen en las muchas personas a las que he acompañado de distintos países. En la gran mayoría se produce algo “misterioso”, indescriptible, maravilloso.

En la Sagrada Familia: “Gaudí quiso unir la inspiración que le llegaba de los tres grandes libros en los que se alimentaba como hombre, como creyente y como arquitecto: el libro de la Naturaleza, el libro de la Sagrada Escritura y el libro de la Liturgia”. (*) En ambas obras arquitectónicas únicas descubro el hálito divino que tienen y que son “signos visibles del Dios invisible”. (*)

 

-Como presidente de la Asociación Pro Beatificación de Antonio Gaudí, ¿en qué construcciones el arquitecto universal nos habla de Dios?

Antonio Gaudí “hizo algo que es una de las tareas más importantes hoy: superar la escisión entre conciencia humana y conciencia cristiana, entre existencia en este mundo temporal y apertura a una vida eterna, entre belleza de las cosas y Dios como Belleza”. (*)

Por eso, en su obra civil manifiesta su fe, une arquitectura y simbolismo: en la casa Calvet, en el parque Güell, en la Casa Batlló, en la Casa Milà llamada la Pedrera y concebida por Gaudí  como un monumento a la Virgen del Rosario, como peana de un grupo escultórico (a falta de ejecución y colocación), que debía ser de piedra, metal dorado y cristal, representando a la Virgen y dos Arcángeles; por eso en la cresta terminal de la fachada hay esculpida una palabra de la salutación angélica: Ave, Gratia, Plena, Dominus, Tecum.

 

-¿Cuáles son los signos admirables de santidad de este gran artista?

Con palabras de Benedicto XVI los resumiría así: “Antoni Gaudí, arquitecto genial y cristiano consecuente, con la antorcha de su fe ardiendo hasta el término de su vida, vivida en dignidad y austeridad absoluta” (*). Un hombre que puso sus dones al servicio de Dios y de los hombres, que cuidó a su familia, que sufrió la enfermedad, la burla, la calumnia, que rezaba diariamente el rosario, asistía a misa y comulgaba, que ayudaba a los necesitados, a sus operarios, que vivió con un especial amor a la Cruz, a la Eucaristía y a la Virgen. Entre las virtudes, siempre he destacado las teologales y su humildad. Y su amor al trabajo personal  y al trabajo en equipo.Gaudí era un enamorado de su trabajo, con una exigencia personal creciente que transmite a sus colaboradores, busca la perfección, la belleza, la colaboración con el Creador. «El trabajo –comentaba– es fruto de la colaboración, y ésta sólo puede basarse en el amor. El arquitecto ha de saber aprovechar lo que saben hacer y lo que pueden hacer los operarios. Se ha de aprovechar la cualidad preeminente de cada uno. Esto es: integrar, sumar todos los esfuerzos y tenderles la mano cuando se encallen; así trabajan a gusto y con la seguridad que da la plena confianza en el organizador. Además, hay que recordar que no hay nadie inútil, todos sirven (aunque no todos con la misma capacidad); la cuestión es encontrar para qué sirve cada uno».

 ¿Qué reforma social considera más necesaria?

La “reforma personal”. Como decía Gaudí: “cada uno utiliza el don que Dios le ha dado. Su realización es la máxima perfección social. El que construye y tiene que hacer cosas, que no critique las obras de los otros ni defienda las suyas, sino que haga y dirija la crítica contra sus propias obras para depurarlas y mejorarlas”.

Creo que hace falta mucho “progresismo” en el pensar y hacer personal: descubrir lo esencial, la ternura, el perdón, la misericordia. Si esto lo vivimos cualquier reforma social será positiva.

¿Cómo definiría su vida cristiana?

Como la de un hombre compuesto de alma y cuerpo, por tanto, tratando de cuidar ambos aspectos, sin escisión, y muy agradecido por la familia, el trabajo, los amigos, por ser y estar en la Iglesia católica, sabiendo que “la vida es amor y el amor es sacrificio”.

Y, especialmente, me siento privilegiado,  porque gracias a difundir a Gaudí tengo amigos y conocidos en muchos rincones del mundo, con los que he aprendido, reído, rezado y llorado.
Me gusta pensar en las palabras de Robert Schuman:

“Somos todos instrumentos sumamente imperfectos de una Providencia que se sirve de nosotros para la realización de grandes designios que nos sobrepasan. Esta certeza nos obliga a tener mucha modestia, pero también nos confiere una serenidad imposible de justificar solo por nuestras experiencias personales, consideradas desde un punto de vista meramente humano”.

(*) Homilía de Benedicto XVI del 7 de noviembre de 2010 en la Consagración de la Sagrada Familia como Basílica Menor.

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