Apertura de la Causa de Canonización de Juan Elías Medina y 131 Compañeros

D. Juan José Asenjo manifestó que el inicio de su proceso de canonización debe constituir para toda la Diócesis un acontecimiento de gracia y un estímulo para ser cada día más fieles al Señor.

martiresD. Juan José Asenjo, Administrador Apostólico de Córdoba, presidió la sesión de apertura de la Causa de Canonización de Juan Elías Medina y 131 Compañeros, mártires, de la Diócesis de Córdoba, que tuvo lugar el pasado 16 de enero en la Santa Iglesia Catedral.

Con este acto se da comienzo a la fase diocesana sobre el presunto martirio de 132 diocesanos, encabezados por el sacerdote Juan Elías Medina y ochenta y dos compañeros sacerdotes, seis seminaristas, cuatro religiosos y treinta y nueve seglares. Varios de ellos estuvieron unidos en vida por diversas relaciones: ocho parejas de hermanos, dos hermanos seminaristas de Puente Genil; tíos y sobrinos; una madre y dos hijas, varias primas; y dos parejas de esposos. Entre ellos se incluye también a Baltasar Torrero Béjar, padre del sacerdote salesiano Antonio Torrero Luque, beatificado el 28 de octubre de 2007. Las profesiones de los seglares fueron de lo más variado: algunos eran sacristanes, uno notario, una farmacéutica, varios agricultores y un pequeño comerciante de libros y objetos religiosos. La mayoría pertenecían a la Adoración Nocturna o a la Acción Católica y todos fueron martirizados por su condición de cristianos fervientes. El más joven, Antonio Gaitán Perabad, fue martirizado en El Carpio, su pueblo natal, cuando le faltaban seis días para cumplir dieciséis años; mientras la más anciana fue la religiosa Hija del Patrocinio de María, María del Consuelo González Rodríguez, martirizada en Baena, a los ochenta y seis años. “Todos ellos murieron perdonando a sus verdugos y fueron muchos a los que se les ofreció la libertad a cambio de apostatar de su fe, resistiendo los halagos de quienes les juzgaban”, manifestó D. Juan José Asenjo durante su intervención.

Durante el acto se confirmaron los nombramientos de los miembros de la Comisión Delegada del Administrador Apostólico, se les tomó el juramento de cumplir fielmente su oficio, se aceptó la lista de testigos presentada por el Postulador y se señaló el lugar y la fecha para iniciar el examen de los testigos.

Los miembros de la Comisión Delegada son: Antonio Jesús Morales Fernández como Delegado Episcopal; Joaquín Alberto Nieva García como Promotor de Justicia; y Mercedes Ortiz Navas como Notario. Esta Comisión Delegada recogerá las pruebas testificales y documentales que sustenten la petición del Postulador de la Causa, Miguel Varona Villar.

Tras esta sesión de apertura, D. Juan José Asenjo dirigió unas palabras explicando la significación que esta Causa tendrá para nuestra Diócesis y la Iglesia universal.

Inició su intervención dando gracias a Dios, que le ha concedido en los compases finales de su servicio a la Diócesis de Córdoba, el privilegio de abrir solemnemente esta fase diocesana. Confesó “que era una aspiración largamente soñada desde los primeros meses de mi servicio a esta Iglesia particular”. Y añadió que le “parecía un acto de justicia exhumar su memoria y poner sobre el candelero de la Iglesia la fidelidad heroica de estos cristianos, que prefirieron renunciar a la vida antes que traicionar a Jesucristo”.

Por ello, manifestó que el inicio de su proceso de canonización debe constituir para toda la Diócesis un acontecimiento de gracia y un estímulo para ser cada día más fieles al Señor. Y añadió que “a medida que se vayan conociendo sus biografías, nos ayudará a fortalecer nuestra condición de discípulos y amigos del Señor, a robustecer nuestra esperanza, a acrecentar nuestra caridad hacia Dios y hacia nuestros hermanos y a revitalizar nuestro testimonio apostólico”.

Asimismo, D. Juan José Asenjo subrayó que esta fase diocesana es una iniciativa exclusivamente religiosa y eclesial; y añadió que con ella, “no buscamos reabrir viejas heridas, pues no existen cuentas pendientes de quienes murieron perdonando a sus ejecutores. Sólo pretendemos cumplir un deber de justicia y gratitud, honrar a nuestros mártires y dar a conocer a toda la Iglesia el heroísmo y la fortaleza de quienes murieron por amor a Jesucristo y mostrar a los cristianos de hoy el testimonio martirial de su vida cristiana vivida hasta sus últimas consecuencias”. Destacó que ellos “son modelos y testigos del amor más grande, pues fueron cristianos de profunda vida interior, devotos de la Eucaristía y de la Santísima Virgen; vivieron cerca de los pobres y fueron apóstoles convincentes de Jesucristo (…). En la cárcel confortaron a sus compañeros de prisión y nunca renegaron de su condición de sacerdotes, consagrados, o cristianos laicos fervientes. Sufrieron con fortaleza vejaciones y torturas sin cuento y murieron perdonando a sus verdugos y orando por ellos. Vivieron los instantes finales de su vida con serenidad y alegría admirables, alabando a Dios y proclamando que Jesucristo era el único Rey y Señor de sus vidas”.

Antes de finalizar, D. Juan José Asenjo recordó a los Sres. Obispos que le precedieron, Mons. Infantes Florido y Mons. Martínez Fernández, por su interés en impulsar la preparación de esta Causa. Asimismo, manifestó su gratitud al Cabildo Catedral de Córdoba, que desde el principio apoyó este empeño, colaborando económicamente con generosidad en los gastos que ha ido generando; así como agradeció la colaboración de tantas personas e instituciones eclesiales y civiles que han demostrado su disponibilidad para entregar o conseguir documentación de especial relevancia para esta Causa, y también a las parroquias relacionadas con los presuntos mártires, a sus sacerdotes y feligreses, así como a sus familiares, “que de tantas maneras han insistido en que no quedara relegado al olvido su testimonio de fe en el martirio”.

 

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