“Al Trasluz” y el Centenario del beato Lolo

El artículo del sacerdote Antonio Gil indaga esta semana en la figura en este santo de la diócesis de Jaén

ANTONIO GIL

Sacerdote  

A primeros del pasado mes de septiembre, el obispo de Jaén, monseñor Amadeo Rodriguez, presidió la apertura del Centenario del nacimiento Manuel Lozano Garrido, el beato Lolo, el santo que vivió las bienaventuranzas con el más fino espiritu. Lolo fue el primer periodista andaluz que subió a los altares. Su infancia no fue fácil, ni su juventud. Cuando estaba esbozando sus sueños, le llegó la enfermedad. Una enfermedad degenerativa y paralizante a la que acompañaba un insufrible dolor. Su grandeza fue encontrar en el dolor su cruz y llenarla de flores, de sonrisas, de Cristo. El beato Lolo supo florecer allá donde Dios lo puso. Su don, el de su magistral pluma cargada de Evangelio, tambien estuvo siempre puesta al servicio de la Iglesia.

Sin salir de su pequeña habitación, de un pequeño piso de Linares, supo llegar al mundo, supo conocer su tiempo, supo hacer propios los problemas de su alrededor. Con la mirada en el cielo, a muchos dio consejo, a muchos acompañó y a muchos transmitió la alegría de vivir, de saberse amado por Dios, en medio de sus dolores y sufrimientos.

Lolo escribió páginas bellísimas. De su programa de vida, decía: “Por la mañana desayunarás con el buen pan de Dios, y después, enriquecido por su milagro, distribuirás tú los panes y los peces de tu corazón”. Hermoso lema de vida: "Vivir recibiendo de Dios, para dar amor de Dios a los demás". Lolo encontró en la escritura y en el periodismo un cauce de expresión y de comunicación de lo que vivía y sentía y de lo que podía ofrecer a los demás. Para Lolo, “el periodista es como la fuente del pueblo, que brota y apaga la sed día y noche, dando a todos frescura, optimismo, amor, esperanza y siempre una sonrisa”.

 

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