“Seréis mis testigos”. DOMUND 2022

Octubre es mes misionero, porque nos abre la mente y el corazón a la Iglesia universal con el mandato de Jesús: “Id y haced discípulos a todas las gentes, predicando el Evangelio y bautizando en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Yo estaré con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos”. El domingo 23 de octubre celebraremos el día mundial de las misiones, Domund 2022. Vayamos preparando nuestro corazón y nuestro bolsillo para ser generosos en esta obra grandiosa de las misiones, que consiste en anunciar a Jesucristo y la consiguiente promoción humana de las personas a las que se llega.

“Seréis mis testigos” es el lema de este año. Testigo es el que ve, experimenta, vive. El anuncio del Evangelio no se realiza por la repetición de algo aprendido, sino por la transmisión de algo recibido, de lo que uno ha visto y oído, de la transmisión de la propia experiencia. Es el Espíritu Santo el que nos llena de su amor, nos unge con su unción, nos hace entender y vivir que somos hijos de Dios por Jesucristo. Y de esa experiencia somos testigos ante los demás. El mundo de hoy prefiere los testigos a los maestros y se escucha a los maestros es porque son testigos, decía Pablo VI. El mundo de hoy está harto de palabras, y por eso necesita el testimonio de la vida entregada.

Es precisamente el testimonio lo que atrae. La evangelización no es un programa de marketing, de propaganda, de publicidad. La evangelización se realiza por atracción, y lo que atrae es la vida vivida, la belleza de una vida salvada por Jesucristo del pecado y de la muerte y trasladada al reino de la luz, de la vida, de la esperanza sin término en el cielo. Y este testimonio no es el de una persona aislada y por su cuenta, sino el testimonio de la Iglesia. A la misión uno es enviado y va en comunión con la comunidad que le envía y en comunión con la comunidad que le recibe.

Uno puede y debe ser misionero en su propia familia, en el ambiente donde vive, en el trabajo o donde se encuentre. Y no porque siempre esté hablando de Dios, sino porque vive de otra manera, y su vida resulta un atractivo para quien la conoce.

Pero Jesucristo habla de que seréis mis testigos hasta los confines de la tierra. Uno llegará hasta donde pueda, pero el horizonte misionero no conoce fronteras, es universal. En su corazón vive el deseo universal de llegar a todos, de que todos conozcan el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús con el don de su Espíritu Santo.

Son quinientos mil misioneros y misioneras por todo el mundo, procedentes de todas las latitudes y destinados a todos los lugares de la tierra. También hasta nosotros, porque España es también país de misión y hace años que recibimos misioneros que vienen a evangelizarnos con sus vidas transformadas por el amor de Cristo. Este escuadrón de hombres y mujeres (más mujeres que hombres, porque ellas son más generosas) es el mejor testimonio que tiene la Iglesia ante el mundo.

La inmensa mayoría de ellos han dejado familia, casa, amigos, la propia cultura, etc. y se han entregado a la misión de llevar el Evangelio hasta los confines de la tierra. No lo hacen por dinero, ni por negocio, ni por fama, ni por ningún interés de este mundo. Lo hacen por amor a Dios y a los hombres a los que son enviados. Lo hacen gratis, dando gratis la fe que han recibido gratis. Y no para una temporadita, sino para toda la vida, dando su vida y gastándola para que otros reciban la vida que Jesucristo nos ha merecido en la Cruz y en la Resurrección.

Damos gracias a Dios por nuestros misioneros, pedimos por ellos para que sean sostenidos en su labor evangelizadora, nos sentimos alentados por su testimonio. Y extendemos la mano pidiendo una limosna para las misiones. Seamos generosos.

 

Recibid mi afecto y mi bendición:

+ Demetrio Fernández, obispo de Córdoba.

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