Rafael Reyes Moreno

Sacerdote (Guadalcázar, Córdoba, 24 abril 1888 - Fernán-Núñez, Córdoba, 25 julio 1936, 48 años)

Por Miguel Varona Villar, director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos

Fue educado cristianamente por sus padres, José Reyes Torrico y Francisca Moreno Cabello, que lo bautizaron el 28 de abril de 1888 en la Parroquia de Ntra. Sra. de Gracia de Guadalcázar; en ésta fue confirmado el 28 de abril de 1895 por Mons. Herrero en su visita pastoral.

Recién cumplidos 12 años solicitó ingresar en el Seminario de San Pelagio, “sintiéndose con vocación al sacerdocio”. Su párroco informa: “Ha observado buena conducta moral y religiosa; asistiendo a los actos de culto y dando muestras de buena inclinación y de vocación al sacerdocio”.

En sus estudios eclesiásticos alcanzó siempre las mejores calificaciones. Por enfermedad, se vio obligado a abandonar el Seminario de 1910 a 1911, pero se reintegró para quinto de Teología en 1912. Cuando cursaba primero de Derecho Canónico, fue ordenado presbítero el 20 de diciembre de 1913, Témporas de Adviento, por el nuevo Obispo de Córdoba Mons. Ramón Guillamet.

Días después recibió el nombramiento de coadjutor para la Parroquia de Ntra. Sra. de Gracia en Zambra. El 19 de octubre de 1914, también como coadjutor, pasó a la Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen en Lucena; y también fue nombrado capellán, por turno con el otro coadjutor, del Asilo de Ancianos Desamparados de Ntra. Sra. del Valle. Se le encomienda la Preceptoría para lucentina fomentar las vocaciones sacerdotales. Su párroco dice de él: “Es sacerdote de buena vida, fama y costumbres y celoso en el cumplimiento de sus obligaciones”.

El 31 de enero de 1916 toma posesión como coadjutor de la Parroquia del Apóstol Santiago en Iznájar. Prepara las oposiciones al concurso de curatos de octubre de 1917, y en su propuesta deja su destino “a la voluntad del Excmo. Sr. Obispo”.

Es nombrado cura propio de la Parroquia de Ntra. Sra. del Carmen de Azuel y Cardeña en 1918. Tras once años y nuevas oposiciones, en 1929 pasa a ser cura propio de la Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas en Fernán-Núñez, donde se entrega a fondo en la enseñanza del Catecismo, y crea una escuela parroquial para que fuera, según sus palabras, un “firme valladar a las malsanas doctrinas que el sectarismo propaga entre estos sencillos vecinos”.

Sus últimos meses de vida transcurrieron entre dificultades. Ya en 1932 había sido multado por el Alcalde de la localidad con 25 pesetas por llevar la comunión a los enfermos, amenazándole con llevarle a la cárcel si no la pagaba. Pero los vecinos de Fernán-Núñez hicieron una colecta y pagaron la multa.

El 18 de julio de 1936 don Rafael pudo celebrar su última Misa. Al día siguiente los jornaleros anarco-sindicalistas constituyeron el Comité Revolucionario, entraron en la población e incendiaron las Iglesias de la Vera Cruz y la Caridad, todas las imágenes y el órgano de la Parroquia de Santa Marina. Esto motivó que don Rafael se encerrase en su casa junto con el coadjutor de Montemayor y la familia de éste, tras aconsejarles que no fuesen a Córdoba y permaneciesen allí a salvo con él.

El día 20 los milicianos de otras localidades entraron en el pueblo y reclamaron la presencia de los dos sacerdotes para ir a declarar. No volvieron a la casa. Quedaron detenidos en la Escuela de Vílchez, junto al coadjutor de Fernán-Núñez don Arturo Franco y el sacristán don Juan Gálvez (ambos también mártires) y diez hombres del pueblo acusados de derechistas.

El día 25 de julio, cuando las tropas nacionales entraban en el pueblo, los milicianos antes de huir y a través de las ventanas de la citada Escuela, segaron las vidas de la mayor parte de los que tenían presos, quedando en el suelo sus cadáveres, entre ellos el de don Rafael, los otros dos sacerdotes y el sacristán. Todos fueron sepultados en el Cementerio de Fernán-Núñez.

COMPARTIR EN REDES SOCIALES