Juan Gálvez Lozano

Laico. ( Villafranca de Córdoba, Córdoba, 1 marzo 1900-Fernán-Núñez, Córdoba, 25 julio 1936, 36 años)

Por Miguel Varona Villar, director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos

Hijo de Francisco Gálvez y de Amalia Lozano, fue bautizado en la Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas de Villafranca de Córdoba, en fecha sin precisar. En este pueblo creció y se desarrolló gran parte de su vida.

En el año 1918 don Juan solicitó al Obispo de Córdoba, Mons. Ramón Guillamet, ocupar la plaza de sacristán segundo de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de El Carpio. El Párroco de Villafranca de Córdoba informa sobre él: “Certifico su buena conducta, frecuencia de Sacramentos y gran honradez, como asimismo de estar suficientemente instruido para el cargo que solicita”. Con 18 años comienza don Juan a trabajar para la Iglesia, y en El Carpio estará algunos años hasta su traslado a la Parroquia de su pueblo natal.

Vuelto a éste, sigue trabajando como sacristán y sochantre de su Parroquia bautismal. Ya estaba casado canónicamente con doña Marina León Fernández (no se ha podido localizar su partida), y ella se dedicaba a las labores de costura. Formaban un matrimonio que vivía en armonía y paz, con un trato afectuoso entre ellos y hacia todas las gentes, siendo así una familia ejemplar y muy querida. Su vida religiosa matrimonial era también notoria.

En Villafranca de Córdoba nació su único hijo, don Francisco Gálvez León, el 10 de julio de 1929. El matrimonio recibió a su único hijo con inmensa alegría y confianza, y fue don Juan quien esperaba que su hijo fuese un día sacerdote de la Diócesis de Córdoba, como así fue (el 29 de junio de 1952, falleciendo en el 2003).

Fue posteriormente destinado, a principios de los años treinta, a la Parroquia de Santa Marina de Aguas Santas de Fernán-Núñez, tras lograr una plaza como sochantre y sacristán de ésta. Allí tendrá una relación muy estrecha con el Párroco don Rafael Reyes Moreno (también mártir). No pertenecía a ningún partido político, desconociéndose su filiación política si es que la tenía. Sus únicas ocupaciones conocidas eran su familia y sus tareas en la Parroquia. Era conocida y apreciada su buena voz y su esmerada dedicación al canto en los actos litúrgicos parroquiales y en los funerales. Ayudaba además a enseñar canto a los niños, haciéndolo con paciencia y suave carácter.

Los hechos acaecidos en Fernán-Núñez a partir del 18 de julio de 1936 ya se han relatado en la biografía del párroco de este pueblo, don Rafael Reyes Moreno. Ambos, Párroco y Sacristán, y los otros dos sacerdotes que había en el pueblo, don Arturo Franco Castro y don Justo Moreno Luque (también mártires), fueron detenidos el día 20 de julio, encarcelados en la Escuela de Vílchez y sometidos a escarnio. Los cinco días en que estuvieron presos todos ellos siempre dieron un testimonio de oración, de paz y de perdón. Al llegar las tropas nacionales al pueblo, el día 25 de julio, fueron ametrallados junto con los otros presos, en un total de trece.

En la prisión y muerte de don Juan no hubo ningún otro motivo sino el odio religioso y su estrecha relación con los sacerdotes de la Parroquia de Fernán-Núñez y con la Iglesia Católica, debido a su trabajo como sacristán. Es lo que Mons. Antonio Montero Moreno, en su conocido libro “Historia de la Persecución Religiosa en España. 1936-1939”, ha calificado como “la peligrosa vecindad con la sotana”.

El expediente de la detención, prisión y muerte de don Juan está recogido en la Causa General (Archivo Histórico Nacional de Madrid, legajos 1.044, números 1 y 2). El Informe-Cuestionario de 26 de junio de 1937 redactado por el Párroco de Fernán-Núñez, don Antonio Jurado, expone que fueron asesinadas “tres (personas), el Párroco y el Coadjutor de esta Parroquia y un Sacerdote de Montemayor que aquí se refugió (…) Todos fueron asesinados por odio religioso, entre ellos el Sacristán de la Parroquia” (Archivo de la Secretaría del Obispado de Córdoba, Caja “Fernán-Núñez”). Y M. Nieto Cumplido y L. E. Sánchez García, cuando narran la muerte de estos sacerdotes, finalizan diciendo: “Con ellos quedó también el cadáver del fiel sacristán de don Rafael, Juan Gálvez Lozano” (o. c., 727).

Su defunción fue inscrita el mismo día de su muerte en la partida del Registro Civil de Fernán-Núñez: “Falleció en la Escuela Marianista (…) el día veinticinco de Julio último, a las ocho, a consecuencia de disparos de arma de fuego, y su cadáver habrá de recibir sepultura en el Cementerio de esta villa (…) Nota marginal del 21 de Diciembre de 1936: (subsanando la omisión de la causa de la muerte) ser vilmente asesinado por las hordas marxistas por disparo de armas de fuego, habiendo estado con anterioridad un día en prisión sometido a mofa y toda clase de escarnios” (tomo 57, página 123 vto.).

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