Josefa Bonilla Benavides, María Luisa Bonilla Benavides, Antonia Durán Palacios, Julia Durán Palacios, Antonia Palacios Bonilla y María Brígida Toledano Osa

Josefa Bonilla Benavides (Posadas, Córdoba, muere con 34 años); María Luisa Bonilla Benavides (Posadas, Córdoba, muere con 39 años); Antonia Durán Palacios (Posadas, Córdoba, muere con 26 años); Julia Durán Palacios (Posadas, Córdoba, muere con 31 años); Antonia Palacios Bonilla (Posadas, Córdoba, muere con 59 años); y María Brígida Toledano Osa (Posadas, Córdoba, muere con 77 años)

Por Miguel Varona Villar, director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos

Resulta difícil elaborar un perfil biográfico de estas seis mujeres pues no existe documentación eclesiástica sobre ellas al haber sido quemado el archivo parroquial de Posadas en las fechas en que acontecieron sus muertes. Una muestra más del odio que se tenía por todas las cosas que tuvieran alguna relación con la Iglesia Católica durante la Persecución Religiosa del siglo XX en España, también en la Provincia y la Diócesis de Córdoba.

Los datos sobre la edad aproximada con la que murieron, el lugar de nacimiento, el nombre de sus padres, el domicilio, la profesión, el estado civil y las circunstancias de sus muertes son los anotados el 20 de enero de 1937 en sus respectivas partidas de defunción del Registro Civil de Posadas (todas en el tomo 53): Josefa Bonilla, pág. 186; María Luisa Bonilla, pág. 185 vto.; Antonia Durán, pág. 190 vto.; Julia Durán, pág. 191; Antonia Palacios, pág. 191 vto.; María Brígida Toledano, pág. 192.

A ninguna de estas seis mujeres se les conocía afiliación política alguna, ni estaban inscritas en ningún partido político. Tan sólo murieron por ser cristianas, por su afinidad y por su cercanía con la Iglesia Católica. Las seis trabajaban y servían en diversos menesteres pastorales de la Parroquia de Santa María de las Flores de Posadas, haciéndolo con dedicación, disponibilidad y entrega generosa.

Doña Antonia Palacios Bonilla era hija de Juan Palacios Camacho y Francisca Bonilla García, y contrajo matrimonio canónico con Julio Durán Vázquez, de profesión comerciante, en la Parroquia de Santa María de las Flores de Posadas el 14 de septiembre de 1903. Cuando falleció tenía como profesión sus labores y era viuda; había tenido varios hijos que ya habían muerto, y sólo le quedaban vivas sus hijas doña Antonia y doña Julia. Las tres vivían juntas en la Calle Gaitán, sin número.

Doña Antonia y doña Julia Durán Palacios, en el momento de morir, tenían como profesión sus labores, estaban solteras y eran catequistas de la Parroquia de Posadas, además de ser miembros del coro parroquial y colaboradoras directas del párroco (también mártir). En varias ocasiones las dos hermanas y su madre fueron acosadas por gente del pueblo por “ser beatas”. Las dos hermanas eran de comunión diaria. Cuando tuvieron noticia del martirio de la beata Victoria Díez y Bustos de Molina, de la Institución Teresiana, en el cercano pueblo de Hornachuelos, doña Antonia y doña Julia reunieron a todas las niñas de la catequesis parroquial para narrarles los sucesos, diciéndoles además: “Mucha gente va a morir en esta guerra… Si nosotras tenemos que morir, hagámoslo gritando ¡Viva Cristo Rey!”.

Doña Josefa y doña María Luisa Bonilla Benavides eran hijas del matrimonio formado por Luis Bonilla Herrera y María Luisa Benavides Serrano (posiblemente ya difuntos cuando sucedieron sus muertes). Vivían juntas en la Calle Calvo Sotelo, núm. 10, y tenían como profesión sus labores y ambas estaban solteras. Las dos fueron detenidas porque a uno de sus hermanos, implicado en política, no lo pudieron apresar los milicianos, además de por ser cristianas y habituales de la Misa y de la catequesis en la Parroquia.

Doña María Brígida Toledano Osa contrajo matrimonio canónico con Manuel Díaz Palacios, de profesión agente y corredor, en la Parroquia de Santa María de las Flores de Posadas el 2 de febrero de 1889. No tuvieron descendencia. Ella tenía como profesión sus labores, además de ser la guardiana o “santera” (junto con su marido desde su matrimonio) de la Ermita de Santiago Apóstol de Posadas, en la cual vivían juntos. Su marido fue asesinado, siendo abatido a tiros en los tejados cercanos a la Ermita, cuando intentaba escapar de los grupos populares que le perseguían. Ella pudo escapar y se refugió en la casa de las señoritas Bonilla Benavides, que le aconsejaron que no fuese a Córdoba y que se quedase con ellas.

Al estallar la Guerra Civil, la Guardia Civil de Posadas tomó partido por los sublevados el 19 de julio. Los obreros y los jornaleros del pueblo huyeron al campo, pero el día 22 volvieron, siendo apoyados por unos refuerzos de anarquistas y de las Juventudes Socialistas Unificadas de Palma del Río. Ganaron el cuartel y comenzaron las detenciones y los asesinatos.

Tras ser detenidas todas ellas en momentos y lugares diferentes, las seis mujeres fueron recluidas junto con los demás presos, incluidos los dos sacerdotes del pueblo, el párroco don Mariano Fernández-Tenllado Roldán y su coadjutor don Leovigildo Ávalos González (también mártires). Otras detenidas fueron doña Fernanda Bonilla Benavides y doña María Luisa Serrano, que quedaron vivas en su momento.

La llegada de un nuevo grupo de milicianos provenientes del cercano pueblo de Palma del Río hizo que se precipitasen los acontecimientos violentos contra todos los detenidos. Los milicianos se extrañaban de que “aún estuviesen vivos” todos los detenidos, según comentaron al llegar a Posadas.

Estas seis mujeres no fueron asesinadas en Posadas, sino que las llevaron a todas juntas en la noche del 27 de agosto de 1936 a una finca próxima a la localidad. Las mataron después de sufrir los mismos tormentos y no pocas vejaciones. Los asesinos abusaron de las dos hermanas Durán Palacios ante su madre, ésta atada a un árbol (su cadáver tenía huellas de ataduras en los brazos y las muñecas). Luego dispararon sobre las seis mujeres, quedando algunas aún vivas y malheridas, y todas fueron arrojadas a un pozo lleno de agua. Estos hechos se conocen con detalle porque sus cadáveres fueron extraídos más tarde por uno de sus asesinos que estaba preso y se ofreció a hacer este difícil trabajo si se le trataba con indulgencia.

Las seis fueron sepultadas en el Cementerio de Posadas, en nichos separados aunque seguidos y correlativos en la misma pared, en este orden: las dos hermanas Bonilla Benavides, doña María Brígida, la madre y las dos hermanas Durán Palacios.

El Informe-Cuestionario redactado el 7 de diciembre de 1938 por el nuevo párroco de Santa María de las Flores de Posadas recoge información sobre todas ellas, además de los datos generales sobre la persecución religiosa acaecida en el pueblo (Archivo de Secretaría del Obispado de Córdoba, Caja “Posadas”):

“Respuestas al cuestionario adjunto.

“Cuestiones Generales: 1º. Quemar todos los retablos e imágenes de la Parroquia y Ermitas, salvándose los bancos. Los vasos sagrados y ornamentos se salvaron en casas particulares (…). La madrugada del 22 de Julio empezó la actuación del Comité Rojo (…).

“El día 26 de agosto (…) fueron asesinadas por los marxistas y arrojadas al pozo “Mariano” de la Mina de Montenegro, de donde fueron extraídas, las vecinas de esta villa Brígida Toledano Osa, Antonia Palacios Bonilla, Josefa Bonilla Benavides, María Luisa Bonilla Benavides, Julia Durán Palacios y Antonia Durán Palacios (…).

“Fieles: 1º. Todos los asesinados eran cristianos, si bien cierto número de clase trabajadora fue asesinado por no compartir con ellos las ideas marxistas (…).

“3º. Son dignas de notar las palabras de una madre a quien le matan a sus hijos en la puerta de su casa. Cuando ella misma, en unión de sus hijas los recoge del suelo, dice al que agonizaba: “Perdona al que te mata si quieres que Dios te perdone”. Esta Sra. es Dª. María (¿Antonia?) Palacios Bonilla. Las Señoritas Antonia y Julia Durán Palacios -las que antes se citan como extraídas del pozo- refieren que murieron con el rosario en la mano diciendo Viva Cristo Rey. No es esto extraño si tenemos en cuenta su ejemplaridad y su apostolado catequístico (…).

“Cementerio y sepulturas: (…) 5º. Los cristianos en una fosa común, y llevados en el carro de la basura. De los marxistas no se dio ningún caso”.

José María García Benavides, cronista oficial de la Villa de Posadas, al relatar la historia de la Hermandad de Jesús Nazareno de Posadas, menciona los destrozos sufridos en su patrimonio durante la Guerra Civil y el asesinato de varios de sus hermanos, calificándolos todos de martirio, destacando e individualizando el de María Luisa Bonilla Benavides: “El año 1936 sucumbieron brutalmente en la hoguera todas las imágenes y casi todos los enseres de esta Cofradía. Varios hermanos sufrieron martirio por uno y otro bando, siendo de destacar el que padeció la que había sido una de sus más eficientísimas camareras, María Luisa Bonilla Benavides, torturada, asesinada y arrojada al pozo de una mina por quienes se titulaban defensores de la libertad y de la República” (Las pequeñas historias de Posadas, 1984, en PDF, sin paginar).

COMPARTIR EN REDES SOCIALES