Antonio Gutiérrez Morales

Sacerdote (Córdoba 15 febrero 1908 - Morente, Córdoba, 23 agosto 1936, 28 años)

Por Miguel Varona Villar, director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos

Sus padres Manuel Gutiérrez Colchón y Eloísa Morales García, feligreses de la Parroquia de San Lorenzo de Córdoba, lo bautizaron ocho días después de su nacimiento. Fue confirmado por Mons. José Pozuelo el 7  de diciembre de 1908, en la Parroquia de San Francisco y San Eulogio de Córdoba.

Su infancia giró en torno a la Comunidad de las Hermanas Franciscanas Hospitalarias de Jesús Nazareno, muy cercanas a su hogar y a su parroquia natal. Tras sus estudios primarios, solicitó entrar como alumno externo del Seminario de San Pelagio, con 12 años de edad. Su párroco, don Salvador Roldán Requena, informa que es un niño que “observa buena conducta moral y religiosa”.

Hasta 1924 fue alumno externo, tal y como lo había solicitado, para en ese año entrar en el Seminario y cursar el curso de Latín y Humanidades. Uno de sus formadores en sus últimos años fue el beato mártir don José María Peris Polo, de quien supo aprovechar todas sus enseñanzas; su media de notas fue la de ‘meritissimus’.

Al terminar el quinto curso de Teología, fue ordenado sacerdote el 10 de junio de 1933 por Mons. Adolfo Pérez Muñoz. Cinco días después, Solemnidad del Corpus Christi, cantó su Primera Misa en su parroquia. El 1 de julio del mismo año, tomaba posesión de su primer y único destino: coadjutor de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción en Bujalance, en la que auxiliará a don Teodoro Martín Camacho (también mártir y víctima de la Persecución Religiosa) durante tres años.

Don Rafael Madueño Canales, sacerdote y compañero suyo en el Seminario, nos trasmite sus impresiones de aquellos años y sobre don  Antonio: “Era inteligente, como lo atestiguan sus calificaciones (…) La imagen que yo conservo de él es la de un seminarista ejemplar en todo (…) Eran tiempos difíciles y la labor sacerdotal y de apostolado encontraba serias dificultades, con todo el testimonio de una vida sacerdotal, vivida con entrega y entusiasmo, fue su constante durante su estancia en Bujalance hasta julio de 1936 en que fue encarcelado”.

En 1936 estaba encargado de la Capellanía del Convento que las Carmelitas Descalzas tenían en Bujalance. Los tres informes emitidos por su párroco, don Teodoro Martín Camacho (también mártir), lo presentan como intachable en su conducta y proceder: “Cumple con exactitud todos sus deberes y obligaciones sacerdotales”.

Como su párroco, debió de ser detenido el 21 de julio de 1936 y llevado a prisión, junto a la Iglesia de San Francisco, donde convivirá hasta su inmolación con los otros seis sacerdotes de Bujalance. Desde la prisión envió varias notas escritas a lápiz, que se conservan. Dice en una de ellas: “Querida madre y hermanos: Estoy bueno y tranquilo, estad vosotros lo mismo. Devuelvo el vaso de cristal, mándame uno de aluminio y también hilo negro. Recuerdos a todos. Adiós. Os abraza, Antonio”.

Murió fusilado el 23 de agosto 1936 junto al Cementerio de Morente, una aldea de Bujalance. Como fue su deseo, según escribió el 8 de abril de 1932, murió, según había vivido, “como hijo de la Santa Madre Iglesia Católica Apostólica Romana”.

Sus restos mortales reposan actualmente en el Cementerio de Bujalance.

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