Antonio Benítez Arias

Sacerdote (Cuevas de San Marcos, Málaga, 6 junio 1907 - Castro del Río, Córdoba, 21 julio 1936, 29 años)

Por Miguel Varona Villar, director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos

Nacido en la Provincia y Obispado de Málaga, la Providencia hizo que su formación y ministerio sacerdotal, además de su martirio, tuvieran lugar en Córdoba y su Provincia.

Sus padres fueron Antonio Benítez Hinojosa y Adela Arias Carrillo. Era una familia numerosa: 4 hermanos y 4 hermanas; don Antonio era el menor de todos. Sus padres vivían de la venta ambulante y eran muy religiosos, educando a sus hijos en la fe católica.

Un informe de su párroco, cuando don Antonio tenía 18 años, elogia su conducta moral intachable, su asiduidad en los Sacramentos, rezo diario del Rosario y la Santa Misa, siendo además un excelente ayudante en la catequesis parroquial y estando adornado de un digno porte adecuado a un futuro seminarista.

Comenzó sus estudios eclesiásticos en el Seminario de Málaga en 1919, pasando al de Córdoba en 1925 por motivos de salud y el traslado de su familia a esta ciudad.

En 1931 terminó el quinto curso de Teología en las circunstancias tan difíciles por las que pasó el Seminario en la noche del 10 de mayo, cuando el edificio fue apedreado y sus cristales rotos por las turbas. Tales hechos sembraron gran inquietud entre los seminaristas cordobeses.

Recibió la ordenación sacerdotal un año más tarde, el 21 de mayo de 1932. El primero de julio de ese año, tomó posesión de la coadjutoría de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción de Castro del Río, para colaborar estrechamente con el párroco don José Ayala Garrido (también mártir). Éste informa sobre su coadjutor en tres ocasiones (entre 1933 y 1936), y siempre favorablemente, señalando el recto cumplimiento de las obligaciones a su cargo: uso del traje talar, cumplimiento fiel de lo que le ordenaba, digno comportamiento sacerdotal, recto cumplimiento de las obligaciones de su cargo, asistencia a las Conferencias Eclesiásticas (para la formación del clero de entonces), etc.

Fue, por tanto, en su único y definitivo destino pastoral, un sacerdote y coadjutor ejemplar, ajustado en todo a lo que la Iglesia pedía a un eclesiástico de su tiempo. Sus últimos Ejercicios Espirituales fueron en mayo de 1936, en la Casa “San Antonio”, en compañía de su Obispo, don Adolfo Pérez Muñoz.

El ambiente de Castro del Río en estas fechas era complicado por los comportamientos de las gentes de izquierda, hostiles a la Iglesia y a todo lo relacionado con la Religión.

El informe del Obispado sobre su muerte dice: “Don Antonio Benítez Arias, de 27 años, coadjutor de la Parroquia de la Asunción, asesinado a las 10 de la mañana del 21 de julio a las afueras de la población, sitio llamado Puente Nuevo, por arma de fuego. El día anterior, a las 12 de la noche, en su misma casa, al ir a prenderlo, le dispararon con arma de fuego, de cuyas resultas tuvo que ser asistido por un médico pues perdió el conocimiento, y por este motivo no le sacaron de su casa hasta la mañana siguiente sobre las 6, y desde este tiempo, hasta las 10 que fue fusilado, estuvo atado en un corral próximo a su ejecución, en espera de la primera víctima de la población que fue también allí ejecutada”. Consta que el protagonismo de tales hechos corrió a cargo de los anarcosindicalistas y la CNT (cf. F. MORENO GÓMEZ, La República, 414).

El Registro Civil de Castro del Río conserva el acta de su defunción: “Falleció en esta villa el día 21 de julio de 1936, sobre las 9 horas, a consecuencia de ser asesinado por las hordas rojas, según resulta de expediente instruido, y su cadáver recibió sepultura en el Cementerio de esta ciudad”.

El único motivo de su muerte fue por ser sacerdote, pues fue una persona buena y cariñosa con sus feligreses y la gente del pueblo, especialmente con los necesitados, a quienes atendía con frecuencia y esmero.

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