Adolfo Bonifacio Camacho Caballero

Sacerdote.(Castuera, Badajoz, 27 septiembre 1881-Castuera, Badajoz, 25 julio 1936, 54 años)

 

Por Miguel Varona Villar, director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos

Hijo de Pablo Camacho Algaba y Catalina Caballero Santos, un familia católica practicante y pudiente. Fue bautizado en la Parroquia de Santa María Magdalena de Castuera, el 3 de octubre de 1881. Allí fue confirmado por Mons. Herrero y Espinosa de los Monteros el 13 de mayo de 1885.

Su párroco dice de él que es un joven que guarda una gran fidelidad a Dios y a la fe católica, y que ha mostrado un firme deseo de seguir a Jesucristo en el sacerdocio.

Aunque inició sus estudios en el Instituto Provincial de Córdoba en 1895, al año siguiente pidió ser admitido en el Seminario de San Pelagio. Cursó cuatro años de Latín y Humanidades pero, por cuestiones de quintas, se trasladó a Badajoz y en su Seminario continuó sus estudios hasta 1903. El informe del Rector del Seminario pacense al de Córdoba sobre él es favorable: “Se ha portado muy bien aquí y tenemos formado de él muy buen concepto. Creo que puede usted recibirle sin ningún temor y que llegará a ser un buen sacerdote. Aunque un curso no es bastante para conocerle a fondo, nos ha gustado a todos”.

Su aprovechamiento en los estudios fue excelente. En Córdoba concluye la Teología, y es ordenado presbítero por el Obispo Pozuelo el 25 de mayo de 1907, en el Salón de Obispos del Palacio Episcopal. Su ordenación, previa aprobación episcopal, fue a título de patrimonio.

Esperó varios meses para recibir su primer cargo pastoral; su primer destino, el 28 de marzo de 1908, fue la coadjutoría de la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción en Luque. Poco después, el 13 de abril, es coadjutor de la Parroquia de Monterrubio, cerca de su pueblo natal. Y el 1 de marzo de 1910 es nombrado coadjutor de la parroquia de su pueblo natal.

Su vida pastoral trascurre en Castuera bajo la directa y fuerte dependencia del párroco de Santa María Magdalena. A los cinco años le diagnostican cólicos nefríticos y artritis, y se desplaza a consultas médicas en Madrid y a los baños de Montemayor por prescripción facultativa.

En 1918 fue destinado a Peraleda del Saucejo, que hubo de dejar por enfermedad, y en 1929 se le encargó accidentalmente la Parroquia de Benquerencia. Se ocupó de las tareas pastorales propias de un coadjutor, en especial de la catequesis de las niñas con la ayuda de algunos catequistas.

Cuando estalló la Guerra Civil el pueblo estaba en Zona Nacional: la Guardia Civil controlaba la localidad y muchos dirigentes comunistas estaban encarcelados. La Guardia Civil abandonó Castuera para concentrarse en Villanueva de la Serena, y los falangistas que quedaron para defenderla tuvieron que abandonarla el día 24 de julio cuando entraron los milicianos. Comenzaron las detenciones y, aunque los sacerdotes continuaron celebrando Misa, finalmente “decidieron los sacerdotes consumir las formas consagradas y cerrar la iglesia”.

Sobre su muerte contamos con el testimonio del presbítero don Damián García-Risco, que manifiesta su serenidad ante el martirio:

“Don Bonifacio fue fusilado el 25 de julio de 1936 por  la mañana en la puerta de la Ermita de Santa Ana. Me refiere su sobrina, testigo presencial (…) que entraron los rojos, cuando entraron en ésta, la noche del 24 al 25 del mes y año citado, a casa de de la sobrina de don Bonifacio donde se estaba también su tío y dijeron:

“- Mañana tienen ustedes que presentar sus documentos.

“Y don Bonifacio que tenía traje de paisano, les dijo:

“- Yo os digo con franqueza que soy sacerdote.

“Y entonces contestaron:

“- ¿Con que eres sacerdote? ¡Con la gana que tiene uno ahí de pegarle un tiro a un cura!

“Y la sobrina empezó a interceder desde entonces diciendo que era muy bueno, que no le hicieran nada, y durante la noche le llevaron a varios tribunales, y por fin le devolvieron (…) Don Bonifacio les dijo:

“- ¿Me permiten ustedes que me acueste?

“-  Sí, le dijeron.

“Y entonces se acostó y durmió como una hora al cabo de la cual, se lo llevaron (…)

“Les dijo a los rojos que si podía beber agua y le contestaron que ya para qué le hacía falta esa agua.

“Le llevaron a la puerta de la ermita, (…) un testigo presencial (…) le vio de rodillas y como santiguarse, pero que por la distancia no podía oír las palabras, hasta que le pegaron un tiro”.

Todo sucedió el 25 de julio de 1936, a las 9:30 horas, según consta en su partida de defunción, ignorándose el lugar de su sepultura.

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